«Romántica años 50s», «Sastrería masculina» y «Rock» son las tres inspiraciones que marcan la propuesta que la diseñadora de moda bogotana Manuela Triana está dando a conocer con la marca que lleva su nombre, en el show room ubicado en la carrera 49 # 85-06 del barrio capitalino de La Castellana.
El romanticismo de los 50’s llegó a la vida de esta diseñadora, de 33 años, de la mano de las revistas que su mamá tenía en el taller de costura.
Heredadas de su abuela, estas publicaciones marcaron las primeras líneas de lo que es hoy un concepto femenino que Manuela Triana impone en cada una de sus prendas que, como explica, «están dirigidas a mujeres que se sienten felices de su esencia y quieren proyectar una imagen decidida».
La sastrería masculina, relata, «es influencia de mi padre, quien siempre, sin importar la ocasión, está de sastre y corbata». Así, abrigos estructurados, camisas en telas a cuadros o rayas, blazers, trench coat, pantalones de paño y tejidos de raya tiza hacen parte de los «imprescindibles que suelo combinar con piezas o accesorios femeninos que equilibren y representen lo mejor de ambos universos».
En cuanto al rock, dice, «es mi música favorita» y por ello en sus puestas en escena es posible ver algo de esa poderosa rebeldía. Sus diseños, confiesa, «tienen una onda relajada» en consonancia con su propia existencia y con un concepto según el cual «no hay seguridad sin comodidad».
Prueba de lo anterior son las chaquetas, faldas, blusas, pantalones y enterizos del universo casual/formal que presentó en la colección «Reborn» con la que lanzó su marca «Manuela Triana» y con la cual renació como diseñadora de moda.
«Empecé de cero. Por esta razón, aunque soy amante del color esta vez predomina el infalible negro con algunos toques de vinotinto», asegura.
La intención, precisa Manuela Triana, «fue la de hacer un borrón y cuenta nueva a partir del negro e incorporar materiales sintéticos que crean un look rockstar gracias al cuero».
Finalmente «Paint», su segunda colección en solitario, «explora el color con telas que parecen pinturas impresionistas y con tejidos de punto gruesos, algodones en tejido plano y driles estampados». Con esta creación, afirma la diseñadora, «la idea era mostrar que cuando las mujeres nos vestimos para nosotras mismas y nos sentimos hermosas nos vemos como una pintura».
Además, «me gusta pensar que todos tenemos la capacidad de pintar la vida del color que decidamos».
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